"El hombre es esclavo de lo que dice y dueño de lo que calla" Proverbio chino
Es la 1:36 de la mañana y sigo despierto, el dolor de cabeza sigue presente, aunque no es mi mayor preocupación por el momento, realmente me dejó devastado la idea de Kath no fuera lo que yo pensaba, ahora más que nunca sé que si no tengo cuidado acabaré en una bolsa en una morgue o quizá en un lugar peor.
Se supone que pensaría en algo para faltar al trabajo, pero estoy tan angustiado que ni siquiera puedo poner mis ideas en orden.
-Escúchate a ti mismo- dijo una voz en mi cabeza- pareces una niñita asustada.
-No es verdad- dije en la oscuridad.
-Sabes que es cierto- dijo de nuevo la voz.
Y así comenzó la eterna pelea entre mi otro yo y mi ser consciente, una pelea que solo terminó cuando por fin me quedé dormido.
Cuando desperté todavía no salía el sol, de momento no reaccioné y me pareció un día como cualquier otro, hasta que nuevamente fui consciente de lo que estaba pasando.
-Quisiera que todo fuera un sueño-
Pero no lo era.
Después de todo ya no tendría que mentir para faltar al trabajo porque de verdad amanecí enfermo esa mañana, así que simplemente tomé el teléfono, y dejé un mensaje reportándome enfermo eso me daría un par de días máximo, luego de eso me tomé un momento para tratar de pensar mejor las cosas.
Después de echar un vistazo por todas las ventanas de la casa para alejar un poco mi paranoia, me di cuenta que la calle Grafton estaba tan tranquila como siempre. Un montón de autos aparcados y los pocos árboles moviéndose con el viento de la mañana era todo lo que se podía ver.
Después de preparar un poco de café y tomar unas galletas de la alacena, regresé nuevamente al escritorio donde había comenzado todo, y vi entonces la botella de whiskey vacía; me dije a mi mismo que tenía que dejar de beber.
Para antes de medio día, y después de dos tazas más de café, mi plan por fin estaba listo.
Sólo había un pequeño inconveniente: necesitaba un cómplice. Entre dos personas no sólo era más sencillo ejecutar el plan, también era la única forma de remotamente tener la posibilidad de salir vivo, ya que necesitaba de alguien que me cuidara la espalda.
Parecía pan comido, sólo necesitaba encontrar a una persona que gozara de mi absoluta confianza y que no tuviera miedo a morir en el intento.
-La lista es muy reducida- pensé.
De las pocas personas que conocía (o que creía conocer), la mayoría me resultaba un poco deprimente y torpe, eso sin contar el hecho de que seguramente me traicionarían en la primera oportunidad.
Entonces recordé a un viejo amigo con el que crecí, hacía mucho tiempo que no lo veía; demonios, ni siquiera sabía si estaba vivo, pero este no era momento para pensar en los detalles, necesitaba su ayuda, no sólo era el más indicado para el trabajo, era el único, sin su ayuda estaba perdido.
De pronto sonó el timbre.
Al asomarme por la ventana, observe a dos tipos parados frente a mi puerta. Uno contemplaba las letras griegas sobre el marco mientras otro esperaba pacientemente.
-Apostaría a que vienen de parte de Human Life Corp.- pensé-
Puse la mejor cara de enfermo que tenía y abrí la puerta.
-Buen día señor Alexander, me llamo Edd y él es Petter, Human Life Corp. nos envía a verificar que se encuentre bien - dijo el más alto de los dos, mientas me tendía la mano para saludarme-
-Estoy bien, es sólo un pequeño resfriado, mañana podré regresar al trabajo- dije sin responder a su saludo. ¿cómo saben donde vivo?
-¿Ya fue al médico?
-No, pero espero poder hacerlo pronto.
-Bien en caso de...
Dejé de escuchar cuando noté que un tercer hombre tomaba fotografías desde un extremo de la calle.
-...de acuerdo señor Alex?
-Si claro como usted diga- y entonces cerré la puerta y me dispuse a observar por la ventana.
Como sospechaba, el tipo de la cámara venía con ellos. Necesitaba movilizarme rápido.
Antes de salir de casa me aseguré de dejar bien cerrada cada puerta y ventana, y en un momento en que estuve seguro de que nadie me vigilaba, salí y fui directo a la parada de autobús.
Mi plan era viajar en el transporte público, así pasaría desapercibido entre la multitud y no sospecharían nada si el BMW seguía frente a la casa.
Después de 40 minutos de viaje, por fin llegamos al otro lado de la ciudad.
Era una zona donde la civilización había decaído bastante, a plena luz del día se podía ver gente tirada en las banquetas con una botella en la mano, mujeres que ofrecían sus servicios al mejor postor y bares que abrían las 24 horas para mantener feliz al público.
No podía creer como es que podían vivir así las personas, y sin embargo ahí estaba, mi única esperanza era un tarjeta que llevaba en la mano con el nombre de uno de esos bares, no había marcha atrás, no podía regresar sólo -si es que podía regresar de ese lugar-
Después de caminar dos calles, lleno de temor y vigilando cada paso que daba, por fin encontré el lugar. Me detuve frente a la entrada y pude percibir el aire saturado de alcohol, sentí que mi cuerpo empezaba a temblar. Hasta ese momento no había pensado que decir al entrar.
'Hey, que hay de nuevo?', 'hola ¿conoce a...?', algo me decía que estaba frito.
De pronto un tipo enorme salió del lugar, arrastrando a otro que parecía inconsciente. Lo dejó tirado en medio de la calle y al darse vuelta descubrió mi presencia.
-H-ey, que- hay -de nuevo?- tartamudeé.
-Vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí?- dijo el tipo con una voz gruesa
Antes de que pudiera decir otra cosa, el tipo me arrastro hacía adentro del bar y me arrojó contra una pared.
-Espere busco a...- mi voz se vio cortada cuando el tipo saco una especie de cuchillo, y se acercó a mí.
-¡Busco a Anthony Wallace!- grité justo cuando el tipo se abalanzó sobre mi.
Abrí los ojos, y vi que el tipo se detuvo antes de encajar el cuchillo en mi cuerpo.
-¿Qué quieres con Anthony?- dijo al tiempo que parecía empuñar el cuchillo con más fuerza
No sabía que responder, estaba temblando y me moría de miedo, finalmente alcancé a decir con voz quebrada:
-Es un viejo amigo.
-Si claro, ya vas. -dijo en un tono burlón-
De pronto una figura apareció de entre las sombras, y dijo.
-Está bien, déjalo tranquilo.
Con los ojos todavía no acostumbrados a ver dentro del lugar debido a la falta de luz, y todavía asustado por lo que pasaba, tardé un poco en darme cuenta de que Anthony estaba frente a mí.
El tipo del cuchillo se retiró, y Anthony me ayudó a levantarme.
-Vamos viejo, arriba- dijo mientas me tendía una mano.
-Eres la última persona que esperaba ver por aquí, pero me alegra verte-dijo
-Gracias por salvarme el pellejo, también me alegra verte- respondí mientras recuperaba un poco la compostura.
-Sí que tienes estilo para hacer entradas- dijo mientras se carcajeaba-
Después de lo que había vivido, no sabía si reír también, aunque no pude evitar hacerlo un poco.
-Sí, supongo que eso debe ser, escucha no tengo mucho tiempo así que...
-Tranquilo, tu siempre con prisas, acompáñame- me señalo el camino a la parte de atrás del lugar.
-Ahh, está bien, vamos-dije.
Sólo espero no haber cometido un error al venir aquí.
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