"Vale la pena ser obvio, especialmente si eres famoso por tu sutileza" Isaac Asimov 1920-1992
Nota: Para la canción de este capítulo se tomó un extracto de la canción United States of Eurasia de Muse, debido a la falta de tiempo para escribir la canción.
Me había quedado con la boca abierta a un lado de la barra, a tal punto que un individuo que pasaba por allí, tuvo que hacérmelo notar.
-¿Son lindas no?- dijo al ver mi rostro estupefacto-
-Sí, lo son -dije, al tiempo que recuperaba un poco la compostura.
El hombre palmeó mi hombro y dijo en un tono de resignación:
-Lástima que nunca estarán a nuestro alcance- y dicho esto siguió su camino.
Me senté enfrente de la barra decidido a poner en orden mis ideas, aunque no estaba muy seguro de por dónde empezar, y entonces la chica pelirroja que había visto mientras caminaba hacía el baño, se acercó a mí
-Hola- dijo con una dulce voz
-Hola-respondí un poco sorprendido, aunque ya no estaba muy seguro de porque.
-Me llamo Janice, trabajo aquí, aunque creo que resulta un poco obvio-dijo riéndose-
-Sólo un poco-dije con una sonrisa falsa- Soy Alex, mucho gusto en conocerte.
-¿Te gustaría tomar un trago?-dijo ella-
-¿Me lo ofreces como trabajo o como algo más?
Ella sonrió.
-No lo sé, ¿cómo quieres que te lo ofrezca?
Era linda, no podía negarlo, pero mi mente estaba en otro lugar en ese instante, quizá en otro universo.
-Escucha, yo…
Como si supiera lo que estaba pensando dijo.
-Está bien, no te preocupes, es difícil confiar en alguien que acabas de conocer, sabes no eres como los otros ,–imaginé que lo decía por la forma en cómo iba vestido, aunque no estaba muy seguro del significado de aquellas palabras-, llámame , quizá podemos salir algún día.
Me dio un trozo de servilleta que tenía un número escrito.
-Adiós, Alex- dijo alejándose-
-Adiós.
Este pequeño episodio había contribuido sólo a alterar más las ideas que ya tenía en la mente. Seguía sentado enfrente de la barra y pedí un whisky doble.
Todavía intentaba acomodar mis ideas cuando al recorrer con la mirada el lugar, observé que el señor James y sus hijas estaban sentados en la mesa principal, siendo aún el centro de atención aunque de un modo un poco más discreto.
Pensaba en irme de ahí, pero, sabía que si me marchaba tendría problemas con el señor James más tarde, y lo último que quiere uno en la vida son problemas con un hombre como ese.
Decidí quedarme, buscar al supervisor y averiguar lo más pronto posible para que me necesitaban y así poder marcharme.
Antes de poder levantarme del asiento, un tipo con cara de matón se paró a mi lado.
-¿Alexander Graham? -dijo-
-No lo sé, ¿Quién quiere saber?
-Tiene que venir conmigo.
-Escuche, sé que no parezco invitado pero le aseguro que lo soy.
-Lo sé, venga conmigo por favor. –algo en el tono de su voz me decía que no iba a repetírmelo-
-Bien, vamos. – tomé lo que quedaba de whisky en el vaso de un trago, me levanté y metí la servilleta con el teléfono de Janice en mi bolsillo.
Demonios, las presentaciones si que son cortas- recordé-.
Me llevo por un camino que rodeaba la barra, pasando por detrás de todos los invitados hasta llegar a un área que parecía de mantenimiento, durante el trayecto mi acompañante no dijo una sola palabra. Llegamos a una pequeña habitación aislada, que tenía el aspecto de que ahí guardaban cosas de limpieza.
-¿Qué hacemos aquí? –pregunté-
El hombre sacó una especie de comunicador de su saco, y dijo algo en un idioma que no pude entender. Enseguida apareció otro tipo que parecía ser su compañero y este traía consigo un traje color negro que parecía elegante.
-Vístase- me indico entregándome el traje-
Antes de que pudiera articular una palabra su compañero continuó.
-Es un hombre afortunado señor Alexander, no cualquiera recibe una invitación personal de James Howard, aunque no a cualquiera se le ocurre venir vestido así.
-Escuchen lo que pasó fue…
-Sólo cámbiese y avísenos cuando esté listo- dijo bruscamente y salieron de la pequeña habitación.
‘Vaya manera de tratar a sus invitados’ –pensé-
Todavía no sé como sabían mi talla, supongo que si yo tuviera tanto dinero también lo hubiera sabido.
Una vez que hubo cambiado mi apariencia, me llevaron por el mismo pasillo de regreso al área de invitados. Yo me seguía preguntando qué demonios estaba pasando.
-Bien, está listo- dijo uno de ellos por radio.
Se hicieron señas de confirmación el uno al otro y el tipo que había llevado el traje se desvió por un corredor. Y allí estaba yo, de nuevo en la barra, sólo que con un aspecto un poco distinto.
El tipo me dijo que aguardara en la barra, que alguien sería enviado para presentarme ante la mesa del señor James y me advirtió que me alejara de sus hijas.
Todavía no estaba muy seguro de la situación, ¿qué clase de hombre te invita a una reunión para luego amenazarte con unos matones?, seguramente uno con mucho dinero.
Después de estar un rato sentado en la barra, pensé que quizá las advertencias fueran mera cortesía de los guardaespaldas, aunque esta situación era totalmente nueva para mí y no estaba muy seguro de lo que ocurría a mi alrededor.
Para mi buena o mala suerte la persona encargada de la presentación no era otra que Arthur Scott, al menos conocía al tipo.
-Hola Alex, ¿estás listo?
-Desde luego –dije- mientras pensaba’ terminemos de una vez con esto’
Mientras caminábamos hacía la mesa principal, Arthur sólo dijo.
-Deja que yo hable y trata de no echarlo a perder.
Me limite a encogerme de hombros.
Cuando llegamos a la mesa, me di cuenta que el señor James estaba rodeado por quienes pensaba, deberían ser sus socios, reconocí algunas caras por artículos que había leído en los periódicos, magnates empresarios que se unen no puede ser una buena señal.
Además de que en la parte derecha estaban sus dos hermosas hijas, me interesaba más poder verlas de cerca que cualquier cosa que me tuvieran que decir.
-Señor James, es un placer nuevamente, ya conoce a…. –‘blah blah blah’ era todo lo que escuchaba, me limitaba a observar a Giselle y a su hermana. Verlas reír y conversar entre ellas era un verdadero deleite, en este punto trataba de contener la respiración y los latidos de mi corazón que parecía querer estallar.
-¿Alex?-
-Dígame señor-
-Disculpe señor James, Alex está un poco distraído.-dijo Arthur-
-Descuide. Señor Alex, le presento a mis socios, el señor Vladimir de Moscú, el señor William de Londres y el señor Frank de Nueva York.
-Mucho gusto, dije estrechando la mano de cada uno.
-Y estás son mis hijas, Giselle y Katherine.
-'Hola'- dijeron ellas al mismo tiempo, en un movimiento que habría desarmado a cualquier hombre.
-Hola -me limité a decir tímidamente, no sabía si por estar paralizado frente a unas gemelas idénticas de no ser por el color de los ojos, o porque todo se volvía cada vez más confuso.
Katherine, así que después de todo era la Kath de mi sueño, ¿pero cómo había llegado hasta él?, tendría que averiguarlo más tarde, la presentación había terminado y algo me decía que tenía que retirarme, antes de que los guardaespaldas de James tuvieran razones para recordarme la charla que habíamos tenido.
-Hasta pronto señor Alex, lamento haberlo traído sin avisar pero mis socios querían conocer al principal promotor de la seguridad de la empresa, después le explicarán los detalles, por cierto mañana conocerá a su nuevo asistente, el señor Scott se hará cargo de las presentaciones adecuadas, ¿no es así?
-Por supuesto señor James- dijo Arthur de manera apresurada-
-¿Asistente?-dije- , No necesito…
Al ver el rostro del señor James cambié de parecer.
-Es decir, desde luego señor, estaré ahí a primera hora.
-Bien, que descanse- fue lo último que dijo antes de regresar la mirada y la conversación a sus socios.
Vaya, esto estaba de cabeza, el director principal de la empresa ahora era la secretaria del nuevo dueño, ‘el dinero si que hace de todo’- pensé-, y antes de que pudiera terminar algo interrumpió mis pensamientos.
-Casi lo arruinas Alex- dijo Arthur, quien iba caminando a mi lado, rumbo a la salida-
-Lo lamento, no quise…
-No digas nada no importa ahora, escucha sólo vete a casa y asegúrate de no llegar tarde otra vez.
Ese ‘vete a casa’ sonaba más una orden que un consejo. Decidí no averiguarlo.
-Por cierto, puedes quedarte con el traje- dijo a último minuto-
Había olvidado que llevaba el traje puesto.
-¿Qué sucedió con mi ropa?
-Para estos momentos seguro ya no existe-soltó una risita, dio media vuelta y regresó-
‘Ahora sí que la has hecho grande’ me dije a mí mismo y caminé por la acera de enfrente del hotel, preguntándome de nuevo por el sueño y mejor aún ¿cómo regresaría a casa?
En una especie de golpe de suerte vi una pelirroja que caminaba más adelante de mí.
-¡Demonios! - dije para mis adentros-
Me acerqué a ella para preguntarle donde podía tomar un taxi.
-Hola, ¿Janice?
Estaba de espaldas y cuando volteó noté la expresión de sorpresa en su rostro.
-¡Hola Alex!, vaya, pareces una persona totalmente distinta.- dijo riéndose-
-Sí, un poco, supongo, ¿sabes dónde puedo tomar un taxi?
Ella comenzó a reírse.
-No eres de por aquí ¿cierto?
-La verdad no, ¿Por qué?
-Porque a esta hora, en esta parte de la cuidad es prácticamente imposible tomar un taxi, todos las personas importantes vienen en auto hasta el hotel y los pocos taxis quizá estén reservados para sus ayudantes.
-Bien, gracias de todas formas…
-Si quieres yo puedo llevarte.
-¿Perdón?
-Sí, mi turno terminó y me dirijo a casa, ves ese auto rojo, cruzando la calle, es mío, podría llevarte, pero si no quieres…
El que una chica que no conocía me llevara a casa no era precisamente la manera en como esperaba regresar a casa, pero no tenía muchas alternativas así que acepté.
Durante el trayecto me contó que trabajaba para poder pagar la escuela, y que el trabajo en el hotel sólo era temporal, pues buscaba un puesto en una firma de abogados que le garantizaba un poco más de dinero. Esa noche llegando a casa averiguaría más cosas de ella, como que era una pelirroja autentica.
BIEN, AL PARECER SU HISTORIA MEJORA CON EL TIEMPO, LO FELICITO.
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