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sábado, 9 de julio de 2011

Ciudadano Eliminado

Hola a todos de nuevo, la historia Ciudadano Eliminado por fin regresa después de un buen rato que tenía sin escribir. Está vez fueron reescritos los viejos capítulos dando más detalles y haciendo la historia más fácil de vislumbrar. Aunque la historia sigue siendo la misma en esencia. Acompañado todo eso claro de un nuevo capitulo.

Recomiendo que lean desde el Capitulo Cero para que tengan una mejor idea de todo lo que pasa. También el nuevo capitulo viene con soundtrack incluido. Eso es todo y espero les agrade.

Ciudadano Eliminado: Capitulo Cero "Reminiscencias"

"La memoria es el centinela del cerebro" William Shakespeare 1564- 1616

Y allí estaba ella, justo a la mitad del marco de mi puerta, la extraña iluminación que provenía del exterior sólo me permitía contemplar su silueta, no recuerdo cuando fue la primera vez que la vi, sin embargo y a pesar de que la observaba con cierta dificultad, sabía que se trataba de la mujer que había soñado.

Me levante tambaleándome del sillón en el que estaba y me acerque lentamente hacía ella, tropecé con un objeto que no había visto antes en el suelo, caí a sus pies, pero ella no se movió, me levante rápidamente tratando de enmendar el error, y entonces estuve frente a frente con ella.

La recorrí lentamente de pies a cabeza, era ella, la mujer de mis sueños, pero, algo no estaba bien, el cabello dorado caía sobre sus hombros enmarcando el retrato de un ángel, su cara aunque hermosa y fina con esos ojos color zafiro que deslumbrarían a cualquiera, no reflejaba exactamente lo que yo tenía en mente, tomé sus manos y sentí sus dedos largos y fríos, una sensación de escalofrío me heló por completo, no existía la mínima expresión en su cara, era como si viviera encerrada en ese cuerpo sin poder salir.

De pronto, noté algo de lo que no me había percatado antes, una de sus manos se sentía pegajosa, casi pierdo el sentido cuando descubrí que un pequeño hilo de sangre le recorría su brazo, traté de abrazarla cuando desfallecía, y entonces lo vi, un pequeño destello al otro lado de la calle, al principio no sabía de que se trataba, hasta que pocos segundos después me di cuenta…me habían disparado.

Un tiro bastante certero diría yo, entró por la frente y salió por la nuca, “vaya, no se siente tan mal” pensé - si es que en ese punto me era posible hacerlo- , no sentía ningún dolor, a decir verdad me sentía un poco mejor que antes, no sé porque la gente se queja tanto de los disparos, ni siquiera pude escuchar el ruido de mi cuerpo cayendo al piso.

Antes de que perdiera por completo los sentidos, si no es que ya los había perdido, vi que un hombre que vestía un elegante traje negro -o algo así me pareció ver-, se acercaba a donde estaba tirado, junto a Kath, ‘¡Kath!’ claro, ahora recordaba su nombre, aunque ya no me servía de mucho, y antes de que pudiera ver el rostro de aquel hombre súbitamente desperté...

Ahí estaba yo, con la cabeza sobre el escritorio, me había quedado dormido; Estaba a punto de amanecer, traté de moverme y me dolía todo el cuerpo, de pronto un repentino dolor de cabeza me recordó que había estado tomando whisky la noche anterior.

Me había quedado toda la noche terminando la última pieza del sistema informático y el whisky había sido mi único compañero, mi compañero silencioso que me despejaba las ideas y también a veces las borraba, no lo tenía muy claro en ese momento. Lo que si tenía claro era que había tenido otra vez el mismo sueño, ese maldito sueño recurrente las últimas tres noches.

Me levante como pude y mientras buscaba algo para aminorar el dolor de cabeza empecé a preguntarme ¿qué significado podía tener ese sueño?, no conocía ninguna mujer llamada Kath, y mucho menos había visto antes a aquel hombre de traje negro cuyo rostro parecía que nunca me sería revelado. De pronto sonó el teléfono, era un recordatorio de la oficina, los nuevos directivos llegaban hoy y no podía darme el lujo de llegar tarde.

Mientras colgaba el teléfono y me disponía a prepárame, ese nombre y la idea de cómo demonios lo sabía seguía rondándome la cabeza…Kath.

Ciudadano Eliminado: Capitulo Uno "Un día Normal"

"Ni la contradicción es indicio de falsedad, ni la falta de contradicción es indicio de verdad" Blaise Pascal 1623-1662

Encendí el televisor y subí el volumen para escuchar las noticias mientras tomaba un baño que esperaba lograra devolverme un poco la vitalidad; no había novedad, la economía por los suelos, guerras aquí y allá y como siempre el humor involuntario de las prostitutas mediáticas que se ganaban a las masas sin cerebro.

Salí de la regadera y me miré al espejo, “te ves horrible viejo” me dije a mí mismo y continúe la rutina, después de acicalarme, apagué el televisor, tomé las llaves del auto y salí a la calle.

Afuera el aire frío de la mañana mecía suavemente las ramas de los árboles y las hojas susurraban una hermosa sinfonía interrumpida solamente por el tráfico local. Caminé lentamente por un pasillo de piedra en medio del jardín hasta llegar a mi auto, un BMW color plata cuya pintura ha sido opacada por el paso de los años y le da el aspecto de ser el auto de un viejo.

Antes de abrir la puerta recordé que había dejado dentro de la casa en lo que había estado trabajando toda la noche, traté de imaginar mi cara al llegar al trabajo y descubrir que no lo llevaba encima.

Por fortuna me di cuenta a tiempo y regresé por el pasillo hacía la casa. Aquella casa color blanco estaba en medio de la calle Grafton a unas calles de la avenida principal que daba acceso al vecindario; la casa tenía un estilo victoriano algo descuidado que le daba cierto toque de misterio. Las letras α β γ grabadas sobre el marco de la puerta vigilaban lo que sucedía fuera.

Como todas las demás casas del barrio tenía un pequeño lugar de estacionamiento y no estaba cercada la propiedad. Aquel vecindario era muy tranquilo y todos esperaban que continuara así.

Una vez dentro de la casa crucé el pasillo principal dejando de lado la cocina y la sala y me dispuse a subir la escalera cuando casi me voy contra el piso - tengo que arreglar ese maldito escalón-me dije.

La casa tiene dos recámaras, dos baños, una cocina, la sala y un estudio, donde, sobre un escritorio de madera tres monitores y una maraña impresionante de cables -tengo que arreglar eso también- conforman mi sistema informático personal.

De regreso en el auto encendí el motor modificado de 600 caballos de fuerza que ronroneaba como un gatito, requería de mucho mantenimiento y cuidado, y nunca había utilizado toda su potencia pero así era feliz. Una laptop en el asiento del copiloto bajo un abrigo color negro era mi herramienta de trabajo.

“Ahora todo está en orden” -pensé- así que me puse en marcha rumbo al trabajo, en el camino me detuve en un pequeño supermercado para comprar café, sabía mal, pero era lo único que tenía a la mano. Al llegar al cruce de la avenida principal de la ciudad un tipo no muy listo se pasó el semáforo en rojo y chocó contra un camión que transportaba latas de atún, toda la gente bajaba de sus autos a recoger latas, agravando más el caos que ya existía.


-Llega tarde señor Alex, algo inusual en usted -dijo el guardia de la entrada cuando le mostraba mis credenciales-

-Buenos días – respondí y continúe mi camino-

Human Life Corp. es enorme, consta de 2 gigantescos edificios separados por un enorme jardín con una fuente en la parte central, todo cercado por una barda de concreto sólido, cámaras vigilando y guardias por todos lados, es casi una fortaleza.

A los empleados sólo se les permite accesar al segundo edificio un poco más pequeño que el primero, a este sólo accesan directivos y un reducido grupo de científicos, nadie sabe a ciencia cierta que hay adentro, pero he escuchado que hay personas que viven dentro del edificio, ¿qué demonios traman ahí?

Una vez dentro del complejo me dirigí al sexto piso, ‘oficinas de seguridad’, el piso no parecía tan enorme desde adentro sobre todo porque estaba dividido en varias secciones que hacían que todo el lugar pareciera estar saturado. Me dirigía a mi pequeño espacio de trabajo cuando mi superior apareció por el pasillo

-Buenos días Alex, ¿dormiste bien? –Detectaba el sarcasmo en la voz de Tom Gates antes de que terminara la frase--

Thomas Gates era odiado por todos los empleados del sexto piso, y no era para menos, con sus comentarios burlones, la carga de trabajo sobre los que menos lo esperaban, sus dientes amarillos por fumar y la manía de vestir corbatas pasadas de moda su presencia no era bien recibida en ninguna parte.

-Sí claro –respondí con cierta ironía-

-Me alegra, porque quizá te quedes esta noche a terminar lo que todavía no empiezas. ¿Terminaste el trabajo?

En ese momento me imagine atravesándole la garganta a mi supervisor con un bolígrafo, al tiempo que respondía:

-Claro, aquí lo tengo.

-Bien, el jefe regresará con los nuevos directivos más tarde y más vale que tengas todo listo para entonces.

Esperé a que se alejara y regresé por el pasillo hacía el ascensor, había dejado todo en el auto.

-Eso te pasa por ir pensando en otras cosas- me decía mi cabeza-

“Aquí estás” -dije-, mientras sacaba una pequeña caja de la guantera del auto, mi jefe era un idiota, estoy seguro que no sabe a ciencia cierta en que consiste mi trabajo y sé que tampoco lo entendería, así que puedo engañarlo con facilidad. Después de todo, no sería la primera vez.

De regreso en el sexto piso, me dispuse a trabajar, yo era el encargado de que todos los sistemas de seguridad informáticos funcionaran correctamente, a algún idiota se le había ocurrido entrar a las bases de datos el año pasado -buscando información sobre ovnis según argumentó- , y eso no les causo gracia a los directivos, tanto que buscaron al responsable del asunto y le hicieron una oferta que no podía rechazar: ‘o trabajaba para ellos, o acabaría su vida laboral para siempre’. Al menos me pagaban bien.

Todo parecía ser un día cualquiera en el sexto piso, parecía que la noticia de la adquisición de la empresa por un nuevo dueño no había afectado en lo más mínimo a los que trabajaban ahí. Una vez terminada mi labor me disponía a investigar un poco sobre quien dirigiría ahora el lugar, cuando la información llego por sí sola -en cierta manera claro- se trataba de Michael, un compañero de piso un poco regordete que siempre estaba enterado de todo lo que pasaba en el edificio.

Venía cargado con una caja de donas suficientes para todo el área, ahora sabía que el pobre chico había perdido la apuesta en el juego de anoche

-Michael, ¿qué hay de nuevo? –pregunté-

- ¡Hey! ¿Qué pasa Alex?, ¿viste el juego de anoche?

-Me quedé dormido, pero parece que sé quien ganó…

-No me lo recuerdes, ¿una dona?- dijo abriendo la tapa de la caja-

-Claro, una dona no se le niega a nadie- dije entre risas- A propósito ¿sabes algo de los nuevos directivos?

-No mucho – dijo al tiempo que dejaba la caja sobre un escritorio cercano-

-Ya veo… -dije, un poco desanimado-

-Lo único que escuché fue que el nuevo director tiene una hija, y parece que viene con él a la visita. –añadió-

-Vaya, suena bien, ¿sabes su nombre?

-Espera ,creo que lo recuerdo, se llama amm, -se quedó pensando un momento-

-¿se llama…?

- Su nombre es Giselle pero parece…

Antes de que terminara la frase aparecieron tres tipos que también trabajaban en el sexto piso reclamando el pago de la apuesta y llevándose a Michael -y a la caja de donas- entre una serie de risas y jaloneos.

Regresé a mi área de trabajo para ver si podía investigar algo de aquel nombre en internet, estos días se sabe cualquier cosa de cualquier persona si se sabe dónde buscar…

Ciudadano Eliminado: Capitulo Dos : "Un invitado sorpresa, Primera Parte"

"Si no te ha sorprendido nada extraño durante el día, es que no ha habido día" John Archibald Wheeler 1911-2008

Mi búsqueda por internet dio frutos, lo que Michael trataba de decirme era que al parecer Giselle tenía una hermana, después de eso no puede averiguar mucho más de lo que ya sabía, ya que de último minuto alguien había llegado alertando a todos para que se pusieran a trabajar o al menos aparentaran estarlo haciendo, el nuevo jefe venía en camino junto con el director general de la empresa.

Cuando se abrieron las puertas del ascensor tres figuras aparecieron, Arthur Scott director general de la planta, un tipo ya entrado en años quien supuse sería el nuevo jefe y a su lado una linda mujer rubia que hacía el rol de su asistente o algo por el estilo. Caminaron por el pasillo recorriendo el piso seis con Arthur a la cabeza explicando el funcionamiento de todo y presentando a algunos de los empleados 'importantes'.

Al ver la expresión en el rostro del tipo alto que ahora era dueño de todo y todos ahí, noté que quizá no estaba escuchando todo lo que las personas que le rodeaban trataban de informarle y que miraba con cierto desprecio a sus nuevos subordinados, supongo que sería por las sonrisas falsas que estos le dedicaban y los saludos fingidos que recibía.

Cuando pasaron por el lugar donde yo estaba, me limité a observar el monitor, hasta que el director de la planta dijo:

-Señor James, este es Alex, uno de los principales encargados de la seguridad virtual.

Giré la cabeza hacía donde estaban y noté a la linda asistente del sr James, él me miró y dijo:

-Así que usted es el de las bases de datos del año pasado ¿no? -dijo con un tono de voz que reflejaba que estaba a otro nivel de vida-

-Veo que conoce la historia -dije con mi mejor voz tratando de no parecer intimidado-

-Mejor de lo que parece señor Alex, espero que entienda que ahora forma parte de mi empresa y que la responsabilidad que recae en sus hombros es muy importante.

-Descuide, su información está segura.

-Eso espero señor Alex.

Dio media vuelta y siguió por el pasillo recorriendo el lugar, el jefe de la planta me lanzó una mirada que me indicaba que había estado cerca y siguió con su recorrido turístico por el sexto piso. A mi me parecía que las presentaciones cada vez eran más cortas y más hostiles, además había algo que no me agradaba en ese tipo.

El resto del día transcurrió sin incidentes y yo me preparaba para ir a casa cuando mi supervisor me interceptó antes de subir al auto

-¡Alex!

¿Ahora qué demonios pasa?- dije para mis adentros-

-¿Si señor? Dígame.

-Tienes que venir conmigo.

-Escuche el trabajo que me pidió está hecho, no veo razón para…

-Tienes que asistir a la fiesta de bienvenida con el señor James y el señor Scott.

El director general de Human Life Corp. No era precisamente la persona con la que esperaba pasar la noche.

-Creí que era una reunión, y que era sólo para los altos mandos.

-Reunión, fiesta, ya sabes cómo son ese tipo de cosas, el punto es que el señor James le dijo a Scott que le agradaría poder verte en la fiesta, digo, en la reunión.

Por el tono de su voz parecía que pedía más un favor que el hecho de dar una especie de orden.

-No lo sé, debo ir a casa y además no estoy vestido como para asistir a una reunión de ejecutivos

-Vamos Alex, esta oportunidad no se le da a cualquiera, pero si no quieres ir no insistiré.

-Claro que lo hará –pensé-como mi superior inmediato era su deber llevarme a esa reunión o tendría problemas.

-Está bien, vamos-dije un poco resignado-

Una sonrisa se dibujó en su cara e hizo un gesto indicando que le siguiera. Un hermosa limusina nos llevaría a un prestigioso hotel en la cuidad donde se completaría la visita del nuevo jefe a las instalaciones.

James Howard era un poderoso empresario que hace poco adquiriera más de la mitad de las acciones de Human Life Corp. Y que le inyectaría prestigio y mucho, mucho capital a la empresa.

De origen británico, heredo una fortuna de su familia y supo manejarla al punto que era uno de las 5 personas con más dinero en este planeta. Por lo que Google averiguó por mí, tenía dos hijas, ambas producto de una relación con una modelo sueca o algo por el estilo. Howard era una persona poderosa y con suficiente dinero para traer a la reina de algún país pequeño a su mesa, ¿para qué me necesitaba ahí?

Pensaba todas esas cosas cuando llegamos al hotel, era un lugar gigantesco y tenía la apariencia de haberlo sacado de una revista de modas francesa. Bajamos de la limusina y entonces pensé - ¿cómo demonios voy a regresar a casa?-, mientras me recordaba a mi mismo lo idiota que era, recorrimos la alfombra roja de la entrada para llegar por fin a la recepción.

Aunque el encargado dudó que yo pudiera estar en la lista de aquella reunión, al parecer el sólo escuchar el nombre de James Howard le hizo cambiar de opinión, nos asignarían de inmediato a una mesa.

Caminaba con Tom por la recepción y una vez cerca de la mesa, reconocí a algunas personas que había visto en el edificio donde trabajaba, no sabía sus nombres, aunque estaba seguro de que tampoco sabían el mío, así que en cierto modo estábamos a mano. Tom no se me despegaba ni un segundo y se notaba nervioso en sus movimientos.

Conseguí separarme un poco con la excusa de ir al baño; al pasar cerca de la barra donde muchas hermosas asistentes hacían el trabajo de servir vino a los ejecutivos, noté que una de ellas me guiñaba el ojo, cavilaba esa situación cuando pensé “vaya que bien, pero… tristemente sólo fue la pelirroja”.

Un poco desanimado salí del baño dispuesto a tomar un trago, cuando entonces llamó atención una muchedumbre se acercaba por la entrada principal.

-¿Qué sucede?- pregunté a un tipo que pasaba por ahí-

-Parece que al fin han llegado-

-¿Quién?

-El señor Howard y sus hijas ¿Quién más?- y dicho esto se fue caminando en dirección a la entrada-

Con la preocupación de cómo regresar a casa y el hambre que me había producido el viaje hasta el hotel, había olvidado la situación por la que estaba allí, aunque aún no estaba seguro de cual era.

Me quedé cerca de la barra, desde una posición que me permitía regresar rápido a la mesa y que al mismo tiempo me permitiría observar a las personas que pasaran por ahí y fue entonces cuando al voltear hacía la entrada la vi.

Era la mujer de mi sueño, estaba estupefacto, la recorría con la mirada una y otra vez, sus cabellos dorados, su piel blanca como el mármol, su silueta delgada que parecía perfecta en el vestido color negro que llevaba puesto, aunque, algo que me dejó más confundido de lo que ya estaba fueron sus ojos, eran color verde, los de la mujer de mi sueño eran color azul, no sabía que pensar.

Mi cabeza era un caos, la mujer de mi sueño era la hija de uno de los hombres más ricos del mundo, y que además ahora era mi jefe, y para empezar ¿Qué significado tenía ese sueño?, todavía no terminaba de acomodar mis ideas cuando me pareció verla entrar de nuevo en el lugar, no capté la idea de inmediato, hasta que una mirada rápida me hizo saber la verdad, no era ella, era su hermana, su hermana gemela.

Ciudadano Eliminado: Capitulo Dos : "Un invitado sorpresa, Segunda Parte"

"Vale la pena ser obvio, especialmente si eres famoso por tu sutileza" Isaac Asimov 1920-1992

Nota: Para la canción de este capítulo se tomó un extracto de la canción United States of Eurasia de Muse, debido a la falta de tiempo para escribir la canción.

Me había quedado con la boca abierta a un lado de la barra, a tal punto que un individuo que pasaba por allí, tuvo que hacérmelo notar.

-¿Son lindas no?- dijo al ver mi rostro estupefacto-

-Sí, lo son -dije, al tiempo que recuperaba un poco la compostura.

El hombre palmeó mi hombro y dijo en un tono de resignación:

-Lástima que nunca estarán a nuestro alcance- y dicho esto siguió su camino.

Me senté enfrente de la barra decidido a poner en orden mis ideas, aunque no estaba muy seguro de por dónde empezar, y entonces la chica pelirroja que había visto mientras caminaba hacía el baño, se acercó a mí

-Hola- dijo con una dulce voz

-Hola-respondí un poco sorprendido, aunque ya no estaba muy seguro de porque.

-Me llamo Janice, trabajo aquí, aunque creo que resulta un poco obvio-dijo riéndose-

-Sólo un poco-dije con una sonrisa falsa- Soy Alex, mucho gusto en conocerte.

-¿Te gustaría tomar un trago?-dijo ella-

-¿Me lo ofreces como trabajo o como algo más?

Ella sonrió.

-No lo sé, ¿cómo quieres que te lo ofrezca?

Era linda, no podía negarlo, pero mi mente estaba en otro lugar en ese instante, quizá en otro universo.

-Escucha, yo…

Como si supiera lo que estaba pensando dijo.

-Está bien, no te preocupes, es difícil confiar en alguien que acabas de conocer, sabes no eres como los otros ,–imaginé que lo decía por la forma en cómo iba vestido, aunque no estaba muy seguro del significado de aquellas palabras-, llámame , quizá podemos salir algún día.

Me dio un trozo de servilleta que tenía un número escrito.

-Adiós, Alex- dijo alejándose-

-Adiós.

Este pequeño episodio había contribuido sólo a alterar más las ideas que ya tenía en la mente. Seguía sentado enfrente de la barra y pedí un whisky doble.

Todavía intentaba acomodar mis ideas cuando al recorrer con la mirada el lugar, observé que el señor James y sus hijas estaban sentados en la mesa principal, siendo aún el centro de atención aunque de un modo un poco más discreto.

Pensaba en irme de ahí, pero, sabía que si me marchaba tendría problemas con el señor James más tarde, y lo último que quiere uno en la vida son problemas con un hombre como ese.

Decidí quedarme, buscar al supervisor y averiguar lo más pronto posible para que me necesitaban y así poder marcharme.

Antes de poder levantarme del asiento, un tipo con cara de matón se paró a mi lado.

-¿Alexander Graham? -dijo-

-No lo sé, ¿Quién quiere saber?

-Tiene que venir conmigo.

-Escuche, sé que no parezco invitado pero le aseguro que lo soy.

-Lo sé, venga conmigo por favor. –algo en el tono de su voz me decía que no iba a repetírmelo-

-Bien, vamos. – tomé lo que quedaba de whisky en el vaso de un trago, me levanté y metí la servilleta con el teléfono de Janice en mi bolsillo.

Demonios, las presentaciones si que son cortas- recordé-.


Me llevo por un camino que rodeaba la barra, pasando por detrás de todos los invitados hasta llegar a un área que parecía de mantenimiento, durante el trayecto mi acompañante no dijo una sola palabra. Llegamos a una pequeña habitación aislada, que tenía el aspecto de que ahí guardaban cosas de limpieza.

-¿Qué hacemos aquí? –pregunté-

El hombre sacó una especie de comunicador de su saco, y dijo algo en un idioma que no pude entender. Enseguida apareció otro tipo que parecía ser su compañero y este traía consigo un traje color negro que parecía elegante.

-Vístase- me indico entregándome el traje-

Antes de que pudiera articular una palabra su compañero continuó.

-Es un hombre afortunado señor Alexander, no cualquiera recibe una invitación personal de James Howard, aunque no a cualquiera se le ocurre venir vestido así.

-Escuchen lo que pasó fue…

-Sólo cámbiese y avísenos cuando esté listo- dijo bruscamente y salieron de la pequeña habitación.

‘Vaya manera de tratar a sus invitados’ –pensé-

Todavía no sé como sabían mi talla, supongo que si yo tuviera tanto dinero también lo hubiera sabido.

Una vez que hubo cambiado mi apariencia, me llevaron por el mismo pasillo de regreso al área de invitados. Yo me seguía preguntando qué demonios estaba pasando.

-Bien, está listo- dijo uno de ellos por radio.

Se hicieron señas de confirmación el uno al otro y el tipo que había llevado el traje se desvió por un corredor. Y allí estaba yo, de nuevo en la barra, sólo que con un aspecto un poco distinto.

El tipo me dijo que aguardara en la barra, que alguien sería enviado para presentarme ante la mesa del señor James y me advirtió que me alejara de sus hijas.

Todavía no estaba muy seguro de la situación, ¿qué clase de hombre te invita a una reunión para luego amenazarte con unos matones?, seguramente uno con mucho dinero.

Después de estar un rato sentado en la barra, pensé que quizá las advertencias fueran mera cortesía de los guardaespaldas, aunque esta situación era totalmente nueva para mí y no estaba muy seguro de lo que ocurría a mi alrededor.

Para mi buena o mala suerte la persona encargada de la presentación no era otra que Arthur Scott, al menos conocía al tipo.

-Hola Alex, ¿estás listo?

-Desde luego –dije- mientras pensaba’ terminemos de una vez con esto’

Mientras caminábamos hacía la mesa principal, Arthur sólo dijo.

-Deja que yo hable y trata de no echarlo a perder.

Me limite a encogerme de hombros.

Cuando llegamos a la mesa, me di cuenta que el señor James estaba rodeado por quienes pensaba, deberían ser sus socios, reconocí algunas caras por artículos que había leído en los periódicos, magnates empresarios que se unen no puede ser una buena señal.

Además de que en la parte derecha estaban sus dos hermosas hijas, me interesaba más poder verlas de cerca que cualquier cosa que me tuvieran que decir.

-Señor James, es un placer nuevamente, ya conoce a…. –‘blah blah blah’ era todo lo que escuchaba, me limitaba a observar a Giselle y a su hermana. Verlas reír y conversar entre ellas era un verdadero deleite, en este punto trataba de contener la respiración y los latidos de mi corazón que parecía querer estallar.

-¿Alex?-

-Dígame señor-

-Disculpe señor James, Alex está un poco distraído.-dijo Arthur-

-Descuide. Señor Alex, le presento a mis socios, el señor Vladimir de Moscú, el señor William de Londres y el señor Frank de Nueva York.

-Mucho gusto, dije estrechando la mano de cada uno.

-Y estás son mis hijas, Giselle y Katherine.

-'Hola'- dijeron ellas al mismo tiempo, en un movimiento que habría desarmado a cualquier hombre.

-Hola -me limité a decir tímidamente, no sabía si por estar paralizado frente a unas gemelas idénticas de no ser por el color de los ojos, o porque todo se volvía cada vez más confuso.

Katherine, así que después de todo era la Kath de mi sueño, ¿pero cómo había llegado hasta él?, tendría que averiguarlo más tarde, la presentación había terminado y algo me decía que tenía que retirarme, antes de que los guardaespaldas de James tuvieran razones para recordarme la charla que habíamos tenido.

-Hasta pronto señor Alex, lamento haberlo traído sin avisar pero mis socios querían conocer al principal promotor de la seguridad de la empresa, después le explicarán los detalles, por cierto mañana conocerá a su nuevo asistente, el señor Scott se hará cargo de las presentaciones adecuadas, ¿no es así?

-Por supuesto señor James- dijo Arthur de manera apresurada-

-¿Asistente?-dije- , No necesito…

Al ver el rostro del señor James cambié de parecer.

-Es decir, desde luego señor, estaré ahí a primera hora.

-Bien, que descanse- fue lo último que dijo antes de regresar la mirada y la conversación a sus socios.

Vaya, esto estaba de cabeza, el director principal de la empresa ahora era la secretaria del nuevo dueño, ‘el dinero si que hace de todo’- pensé-, y antes de que pudiera terminar algo interrumpió mis pensamientos.

-Casi lo arruinas Alex- dijo Arthur, quien iba caminando a mi lado, rumbo a la salida-

-Lo lamento, no quise…

-No digas nada no importa ahora, escucha sólo vete a casa y asegúrate de no llegar tarde otra vez.

Ese ‘vete a casa’ sonaba más una orden que un consejo. Decidí no averiguarlo.

-Por cierto, puedes quedarte con el traje- dijo a último minuto-

Había olvidado que llevaba el traje puesto.

-¿Qué sucedió con mi ropa?

-Para estos momentos seguro ya no existe-soltó una risita, dio media vuelta y regresó-

‘Ahora sí que la has hecho grande’ me dije a mí mismo y caminé por la acera de enfrente del hotel, preguntándome de nuevo por el sueño y mejor aún ¿cómo regresaría a casa?

En una especie de golpe de suerte vi una pelirroja que caminaba más adelante de mí.

-¡Demonios! - dije para mis adentros-

Me acerqué a ella para preguntarle donde podía tomar un taxi.

-Hola, ¿Janice?

Estaba de espaldas y cuando volteó noté la expresión de sorpresa en su rostro.

-¡Hola Alex!, vaya, pareces una persona totalmente distinta.- dijo riéndose-

-Sí, un poco, supongo, ¿sabes dónde puedo tomar un taxi?

Ella comenzó a reírse.

-No eres de por aquí ¿cierto?

-La verdad no, ¿Por qué?

-Porque a esta hora, en esta parte de la cuidad es prácticamente imposible tomar un taxi, todos las personas importantes vienen en auto hasta el hotel y los pocos taxis quizá estén reservados para sus ayudantes.

-Bien, gracias de todas formas…

-Si quieres yo puedo llevarte.

-¿Perdón?

-Sí, mi turno terminó y me dirijo a casa, ves ese auto rojo, cruzando la calle, es mío, podría llevarte, pero si no quieres…

El que una chica que no conocía me llevara a casa no era precisamente la manera en como esperaba regresar a casa, pero no tenía muchas alternativas así que acepté.

Durante el trayecto me contó que trabajaba para poder pagar la escuela, y que el trabajo en el hotel sólo era temporal, pues buscaba un puesto en una firma de abogados que le garantizaba un poco más de dinero. Esa noche llegando a casa averiguaría más cosas de ella, como que era una pelirroja autentica.

Ciudadano Eliminado: Capitulo Tres : "Sospechas"

"Con frecuencia bajo un traje sucio se esconde una gran sabiduría" Marco Tulio Cicerón, 106 AC - 43 DC

Esta mañana desperté y Janice ya no estaba, no recuerdo muy bien que sucedió anoche, debió ser algo maravilloso o algo muy malo como para que no lo recuerde.

Era una chica linda, no tanto como Kath, pero al menos me sirvió como una válvula de escape para liberar las presiones que me agobiaban desde hacía unos días atrás. Al fin y al cabo el ‘trabajo’ estaba hecho.

Después de un apresurado baño y la selección de lo más decente que tenía en mi armario ( no sabía hasta donde llegaban las manías de vestimenta del jefe) bajaba la escalera y me disponía a salir de casa cuando recordé que había dejado el auto en el trabajo el día anterior.

No solté una patada por el miedo a estropear otro escalón.

Salí a la calle mientras en mi mente se acumulaba una sarta terriblemente grande malas palabras e insultos. El caminar unas cuadras hizo que me calmara un poco y al llegar a la avenida principal por fin pude tomar un taxi.

Por alguna extraña razón el viaje me pareció infinitamente lento, después de todo un taxi no es un BMW y la extraña música que llevaba el conductor no ayudaba mucho.

-Patrañas- me dije a mi mismo mientras por fin llegaba a mi destino.

Cuando entré al edificio, noté que algunas cosas habían cambiado, ya no estaba el guardia de costumbre frente al ascensor, sino dos hombres altos que parecían no tener expresión en el rostro y que se limitaron a mirarme cuando entraba al ascensor, al llegar al piso seis también noté que habían removido a ciertos empleados que yo siempre consideré que no tomaban enserio su trabajo.

No todo estaba tan mal, después de todo al menos conservaba mi trabajo, pero, ¿por cuánto tiempo?

Al llegar a mi área de trabajo la asistente del señor James ya me esperaba junto con un tipo de unos 25 años y de aspecto oriental.

-Buenos días Alex- dijo ella

-Buenos días- respondí al tiempo que le echaba una buena mirada-

-Le presento a su asistente el señor Lee Park.

-Un placer conocerlo- dijo el extraño hombre mientras me tendía la mano-

Bah, lo único que me hacía falta: un chino como asistente, esto se pone cada vez mejor- pensé al tiempo que le extendía la mano para saludarlo sin decir palabra-

-El señor Park será su asistente y compañero de ahora en adelante, deberá enseñarle los sistemas de seguridad con los que trabaja para que puedan lograr hacerlos más eficientes…

De pronto sonó un pequeño aparato que llevaba puesto en el oído y que no había notado que llevaba, de pronto sólo dijo:

-Bien caballeros, debo irme, que tengan suerte.- y salió deprisa por el pasillo haciendo ruido con sus tacones.-

Todavía pensaba en el contoneo de sus caderas mientras una parte de mi pensó: Malditas presentaciones cortas.

Si claro, ahora lo entendía, yo le enseñaba los sistemas al chino, que luego sería mi reemplazo, el nuevo jefe estaba despidiendo a todos para meter a su personal, no sin antes asegurarse de exprimirles todo el jugo, pues conmigo no sería fácil.

-¿Por dónde empezamos?- dijo Park con un acento un poco forzado

-Ehm, sí, empezaremos por recorrer el lugar, si vas a ser mi compañero, no puedo permitir que vayas por ahí sin saber dónde está la máquina de sodas.

Para antes del almuerzo Park ya sabía cómo obtener dos latas de soda por el precio de una de la máquina, sin duda el tipo era listo, y sólo esperaba la oportunidad para quedarse con mi puesto.

Cuando dio la hora para comer por fin pude deshacerme de él un rato con el pretexto de que necesitaba ir al baño y que lo vería más tarde.

Y ahí estaba yo, frente al espejo del baño mirando mi rostro preocupado y maldiciendo por lo bajo.

-No te ves muy bien viejo- dijo Michael a quien no había notado entrar-

-Han sido días difíciles- respondí-

-Y que lo digas, han despedido a medio edificio, yo por poco no la libro.

-Es bueno que te quedes, eres de las pocas personas ‘normales’ aquí- dije riendo un poco-

-Vaya, es bueno saberlo- dijo al mismo tiempo que caminaba hasta el final del baño-

Salí de ahí un poco más tranquilo, no sé si por no tener a Park encima de mí, o por hablar con alguien más familiar después de un largo rato.

Me dirigí afuera, esperando poder llegar a la cafetería sin incidentes y cuando creí que ya todo había pasado, recordé el auto. Con todas las preocupaciones de la mañana me había olvidado de echarle un vistazo.

-Maldita sea- fue lo único que pude decir mientras daba media vuelta para ir al estacionamiento.

No sé si fue una idea mía, pero sentía que todo estaba en mi contra y al mismo tiempo que quizá solo exageraba las cosas. Después de todo, tenía suficiente dinero y podría buscarme otro trabajo, era ese maldito sueño el que seguía atormentándome.

El BMW seguía donde lo había dejado, y como todo parecía en orden regresé con rumbo a la cafetería, aunque una vez ahí no pude comer.

Una vez terminada la hora de comida, tuve que regresar al sexto piso y como ya no tenía excusas, empecé a mostrarle cómo funcionaba el sistema de seguridad a mi compañero.

Me sorprendió la manera en como entendía todo tan rápidamente, de hecho casi pudo haberlo descifrado todo él solo, de no ser porque yo había diseñado la estructura del sistema y había algunas partes muy confusas (diseñadas así a propósito) además de que era virtualmente imposible entrar si no se conocía el método adecuado.

Todo pareció transcurrir sin incidentes, me dio las gracias al final del día, y dijo que me vería mañana, no fue de mi agrado la idea, pero sabía que tenía que hacerlo, a menos que diseñara un plan para salvar mi pellejo, y eso haría.

Conducía de regreso a casa bajo los efectos de Dream On de Aerosmith, 'sueña', 'sueña' me decía una y otra vez la canción y por alguna razón eso me hacía sentir mejor hasta que noté que me iban siguiendo.

No traté de perderlos, ni siquiera sabía si me seguían -quizá solo era mi paranoia-, pero si así era quería que pensaran que no los había visto, y pasaron de largo cuando aparqué frente a mi casa. Caminé despreocupado por el jardín hacia la puerta y después entré a la casa mientras notaba que el vehículo que me seguía daba vuelta en la esquina.

Esos tipos y ese nuevo dueño, tramaban algo que no podía ser bueno, en ese punto pensaba que quizá yo representaba una amenaza para ellos al saber de su sistema de seguridad y no ser de su absoluta confianza, así que quizá no era por mí tanto alboroto, sino por algo que no querían que supiera.

Aquella noche comenzaría a formular un plan para poder salir con una generosa suma de efectivo, que me proporcionaría unas largas vacaciones y quizá un retiro bien merecido después de tantas presiones, aunque el mayor reto sería salir en una pieza.

Ciudadano Eliminado: Capitulo Cuatro : "Un golpe en la cabeza"

"Si el enemigo se está equivocando, no lo distraigamos" Napoleón I Bonaparte 1769-1821

Después de una cena constituida principalmente por comida congelada, me puse a trabajar, después de todo nadie puede trabajar con el estomago vacío, o quizá sí, en cualquier caso era algo que no hacía desde mis días de estudiante en la facultad y no tenía intenciones de repetirlo.

Una vez sentado en mi escritorio con media botella de whisky escocés, estaba listo para empezar a formular ideas que escribiría en papel. Así podría deshacerme de la evidencia más fácilmente, ya que si creaba archivos virtuales me arriesgaba a ser descubierto más fácilmente, y después de ver lo que Park podía hacer no quería correr más riesgos de los que ya había.

Rápidamente una idea tras otra venía a mi cabeza y era plasmada en papel bajo la tenue luz de una lámpara solitaria que iluminaba mi escritorio, desafortunadamente muchas de esas ideas eran desechadas tan rápido como habían llegado.

-Demonios, esto no va a ser fácil- me dije a mí mismo.

De pronto me pareció escuchar un ruido que hizo que me levantara súbitamente de la silla y al hacerlo me golpeé la rodilla con la parte de abajo del escritorio.

-Maldita sea- dije mientras me levantaba cojeando y me acercaba a la ventana.

Deslicé suavemente la persiana para poder observar al exterior. No había nadie.

-Te estás volviendo paranoico- dijo una voz en mi cabeza.

-No es cierto- respondí-

Me sorprendió escuchar mi propia voz responderle a la voz de mi cabeza. No, no es cierto me dije otra vez, y antes de que empezara a maldecir trate de calmarme revisando la casa para asegurarme de que no había nada fuera de lo normal.

Mientras lo hacía recordé una vieja película donde un tipo se volvía loco por creer estar cerca de encontrar algo que no existía y acabó taladrándose la cabeza, no quería que me pasara eso, así que regresé al escritorio para tratar de relajarme un poco.

-Bien- comencé a pensar- ¿cuál es el primer paso?

La verdad es que no lo sabía, pero decidí investigar un poco más al señor James, después de todo debía conocer mejor a mi enemigo para saber cómo combatirlo.

Las búsquedas en Google eran infructuosas, la misma información en diferentes páginas y una maraña impresionante de links que parecían un bucle recursivo acabó por estresarme más de lo que ya estaba. Entonces se me ocurrió que quizá podría obtener información directamente de Human Life Corp., pero ¿cómo?

Podría accesar al nuevo sistema que seguramente ahora el chino custodiaba y ver si podía obtener unos cuantos datos, no sería una tarea fácil, pero tenía que intentarlo. Durante los años que llevaba trabajando para Human Life Corp. la mayoría de la información que custodiaba no estaba a mi alcance, y no esperaba que ahora lo estuviera.

Una vez conectado a la red me dispuse a entrar al sistema con un programa que yo mismo había compilado, un buen ingeniero siempre cubre todas las alternativas posibles y era lo que había hecho hacía tiempo cuando diseñé ese programa para entrar mediante fuerza bruta al sistema en caso de que lo necesitara, jamás pensé que lo usaría, pero ahora podía ser de gran ayuda.

Ingresar al sistema no fue tan difícil como pensé, Park cometió sólo un error, uno de novatos, y fue el que me permitió el acceso libre a lo que quisiera, después de todo quizá no era tan bueno.

Después de casi una hora de husmear por aquí y por allá estaba a punto de darme por vencido, no había ningún archivo que entendiera por completo, todos redactados por algunos científicos que yo suponía eran de esos que vivían dentro del primer edificio en Human Life Corp. eran o muy vagos o muy complejos por la naturaleza del ramo de la genética que trataban de describir. Al final decidí revisar unos archivos viejos que parecían sin importancia, era lo que había estado buscando, descubrí que no todo era como había pensado… era mucho peor.

Aquella noche descubrí que James Howard estaba tan loco como yo pensaba. Era capaz de todo, ahora lo sabía bien, después de todo, si experimentó genéticamente con sus propias hijas, no quería saber que me haría a mí si se enterara lo que planeo.

Giselle y Katherine eran producto de su relación con Ellen Prtich, una modelo de origen sueco, y no fueron hechas ‘a la antigua’, sino que eran el resultado de una increíble manipulación genética y reproducción asistida.

-Esto se pone cada vez mejor- fue lo único que pude decir.

La mujer de mis sueños fue creada en una probeta de laboratorio, supongo que sólo podía ser así, que ironía. Después de todo lo que había pasado, el enterarme de esto fue un golpe brutal para mi ser consciente, eso sin contar que ya no había whisky en la botella. Por primera vez en mi vida, me desmayé.

Abrí los ojos y me encontré tirado en el piso de mi estudio, la cabeza me dolía, y el piso todavía no dejaba de dar vueltas; me incorporé trabajosamente y logré sentarme en una silla, la computadora seguía encendida y tenía una imagen en la pantalla que me indicaba que el protector de pantalla estaba activado.

Como pude logré salir del sistema y me deje caer nuevamente en la silla, ¿cuánto tiempo había pasado?, necesitaba dormir, pero también necesitaba una aspirina, o dos.

Una vez que estuve en la cama, empecé a pensar de nuevo, por lo menos no había vuelto a soñar aquel horrible sueño desde la noche que pasé con Janice, no sabía si era una buena o mala señal, pero ahora lo que más me interesaba era dormir.

Por la mañana encontraría una excusa para faltar al trabajo y así ganar un poco de tiempo.

Ciudadano Eliminado: Capitulo Cinco : "Viejos Amigos"

"El hombre es esclavo de lo que dice y dueño de lo que calla" Proverbio chino

Es la 1:36 de la mañana y sigo despierto, el dolor de cabeza sigue presente, aunque no es mi mayor preocupación por el momento, realmente me dejó devastado la idea de Kath no fuera lo que yo pensaba, ahora más que nunca sé que si no tengo cuidado acabaré en una bolsa en una morgue o quizá en un lugar peor.

Se supone que pensaría en algo para faltar al trabajo, pero estoy tan angustiado que ni siquiera puedo poner mis ideas en orden.

-Escúchate a ti mismo- dijo una voz en mi cabeza- pareces una niñita asustada.

-No es verdad- dije en la oscuridad.

-Sabes que es cierto- dijo de nuevo la voz.

Y así comenzó la eterna pelea entre mi otro yo y mi ser consciente, una pelea que solo terminó cuando por fin me quedé dormido.

Cuando desperté todavía no salía el sol, de momento no reaccioné y me pareció un día como cualquier otro, hasta que nuevamente fui consciente de lo que estaba pasando.

-Quisiera que todo fuera un sueño-

Pero no lo era.

Después de todo ya no tendría que mentir para faltar al trabajo porque de verdad amanecí enfermo esa mañana, así que simplemente tomé el teléfono, y dejé un mensaje reportándome enfermo eso me daría un par de días máximo, luego de eso me tomé un momento para tratar de pensar mejor las cosas.

Después de echar un vistazo por todas las ventanas de la casa para alejar un poco mi paranoia, me di cuenta que la calle Grafton estaba tan tranquila como siempre. Un montón de autos aparcados y los pocos árboles moviéndose con el viento de la mañana era todo lo que se podía ver.

Después de preparar un poco de café y tomar unas galletas de la alacena, regresé nuevamente al escritorio donde había comenzado todo, y vi entonces la botella de whiskey vacía; me dije a mi mismo que tenía que dejar de beber.

Para antes de medio día, y después de dos tazas más de café, mi plan por fin estaba listo.

Sólo había un pequeño inconveniente: necesitaba un cómplice. Entre dos personas no sólo era más sencillo ejecutar el plan, también era la única forma de remotamente tener la posibilidad de salir vivo, ya que necesitaba de alguien que me cuidara la espalda.

Parecía pan comido, sólo necesitaba encontrar a una persona que gozara de mi absoluta confianza y que no tuviera miedo a morir en el intento.

-La lista es muy reducida- pensé.

De las pocas personas que conocía (o que creía conocer), la mayoría me resultaba un poco deprimente y torpe, eso sin contar el hecho de que seguramente me traicionarían en la primera oportunidad.

Entonces recordé a un viejo amigo con el que crecí, hacía mucho tiempo que no lo veía; demonios, ni siquiera sabía si estaba vivo, pero este no era momento para pensar en los detalles, necesitaba su ayuda, no sólo era el más indicado para el trabajo, era el único, sin su ayuda estaba perdido.

De pronto sonó el timbre.

Al asomarme por la ventana, observe a dos tipos parados frente a mi puerta. Uno contemplaba las letras griegas sobre el marco mientras otro esperaba pacientemente.

-Apostaría a que vienen de parte de Human Life Corp.- pensé-

Puse la mejor cara de enfermo que tenía y abrí la puerta.

-Buen día señor Alexander, me llamo Edd y él es Petter, Human Life Corp. nos envía a verificar que se encuentre bien - dijo el más alto de los dos, mientas me tendía la mano para saludarme-

-Estoy bien, es sólo un pequeño resfriado, mañana podré regresar al trabajo- dije sin responder a su saludo. ¿cómo saben donde vivo?

-¿Ya fue al médico?

-No, pero espero poder hacerlo pronto.

-Bien en caso de...

Dejé de escuchar cuando noté que un tercer hombre tomaba fotografías desde un extremo de la calle.

-...de acuerdo señor Alex?

-Si claro como usted diga- y entonces cerré la puerta y me dispuse a observar por la ventana.

Como sospechaba, el tipo de la cámara venía con ellos. Necesitaba movilizarme rápido.

Antes de salir de casa me aseguré de dejar bien cerrada cada puerta y ventana, y en un momento en que estuve seguro de que nadie me vigilaba, salí y fui directo a la parada de autobús.

Mi plan era viajar en el transporte público, así pasaría desapercibido entre la multitud y no sospecharían nada si el BMW seguía frente a la casa.

Después de 40 minutos de viaje, por fin llegamos al otro lado de la ciudad.

Era una zona donde la civilización había decaído bastante, a plena luz del día se podía ver gente tirada en las banquetas con una botella en la mano, mujeres que ofrecían sus servicios al mejor postor y bares que abrían las 24 horas para mantener feliz al público.

No podía creer como es que podían vivir así las personas, y sin embargo ahí estaba, mi única esperanza era un tarjeta que llevaba en la mano con el nombre de uno de esos bares, no había marcha atrás, no podía regresar sólo -si es que podía regresar de ese lugar-

Después de caminar dos calles, lleno de temor y vigilando cada paso que daba, por fin encontré el lugar. Me detuve frente a la entrada y pude percibir el aire saturado de alcohol, sentí que mi cuerpo empezaba a temblar. Hasta ese momento no había pensado que decir al entrar.

'Hey, que hay de nuevo?', 'hola ¿conoce a...?', algo me decía que estaba frito.

De pronto un tipo enorme salió del lugar, arrastrando a otro que parecía inconsciente. Lo dejó tirado en medio de la calle y al darse vuelta descubrió mi presencia.


-H-ey, que- hay -de nuevo?- tartamudeé.

-Vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí?- dijo el tipo con una voz gruesa

Antes de que pudiera decir otra cosa, el tipo me arrastro hacía adentro del bar y me arrojó contra una pared.

-Espere busco a...- mi voz se vio cortada cuando el tipo saco una especie de cuchillo, y se acercó a mí.

-¡Busco a Anthony Wallace!- grité justo cuando el tipo se abalanzó sobre mi.




Abrí los ojos, y vi que el tipo se detuvo antes de encajar el cuchillo en mi cuerpo.

-¿Qué quieres con Anthony?- dijo al tiempo que parecía empuñar el cuchillo con más fuerza

No sabía que responder, estaba temblando y me moría de miedo, finalmente alcancé a decir con voz quebrada:

-Es un viejo amigo.

-Si claro, ya vas. -dijo en un tono burlón-

De pronto una figura apareció de entre las sombras, y dijo.

-Está bien, déjalo tranquilo.

Con los ojos todavía no acostumbrados a ver dentro del lugar debido a la falta de luz, y todavía asustado por lo que pasaba, tardé un poco en darme cuenta de que Anthony estaba frente a mí.

El tipo del cuchillo se retiró, y Anthony me ayudó a levantarme.

-Vamos viejo, arriba- dijo mientas me tendía una mano.

-Eres la última persona que esperaba ver por aquí, pero me alegra verte-dijo

-Gracias por salvarme el pellejo, también me alegra verte- respondí mientras recuperaba un poco la compostura.

-Sí que tienes estilo para hacer entradas- dijo mientras se carcajeaba-

Después de lo que había vivido, no sabía si reír también, aunque no pude evitar hacerlo un poco.

-Sí, supongo que eso debe ser, escucha no tengo mucho tiempo así que...

-Tranquilo, tu siempre con prisas, acompáñame- me señalo el camino a la parte de atrás del lugar.

-Ahh, está bien, vamos-dije.

Sólo espero no haber cometido un error al venir aquí.

Ciudadano Eliminado: Capitulo Seis:"Todo el mundo tiene un precio"

"No hay nada repartido de modo más equitativo que la razón: todo el mundo está convencido de tener suficiente" René Descartes (1596-1650)

La parte de atrás de la tienda no estaba mejor iluminada, pero alcancé a ver un viejo escritorio con algunos papeles encima y un par de sillones maltratados por los años, las paredes se estaban cayendo a pedazos y aún así, me sentía más seguro que afuera.

- ¿Quieres un poco de agua? - dijo Anthony

- No, estoy bien.

-Que bien porque aquí sólo hay alcohol, me sorprende que llegaras hasta acá en una pieza.

- Yo estoy más sorprendido que tú, escucha, necesito tu ayuda.

- ¿Mi ayuda?, por más de 10 años no me necesitaste, ¿porqué ahora si?-dijo mientras caminaba por la habitación.

- Mira viejo, yo...

No sabía que decirle.

- Olvídalo, son tus asuntos. Es sólo que ha pasado tanto tiempo, está es la última situación en la que pensaba encontrarte de nuevo.

- No te culpo.

- Pero dime ¿a que viniste?, ¿estás bien?

- Sí, por ahora estoy bien, aunque no sé por cuanto tiempo, por eso vine a verte.



-Disculpe señor, el mensajero acaba de llegar, parece que Alexander de verdad está enfermo- dijo la asistente de James Howard

-Vaya, no mentía cuando llamó, de acuerdo, pero manténgalo vigilado. Sé que algo trama.

-Como usted diga señor.

-Ah, y dígale a Park que comience a revisar todos los sistemas de seguridad, no podemos perder tiempo.

-Enseguida.



-Vaya viejo, esta vez sí que estás metido en un lío grande.

-Sí, eso creo. ¿Me ayudarás?

-Te ayudaré, pero ha pasado mucho tiempo desde la última vez, no sé si estoy en condiciones.

-Ya nos las arreglaremos.

-Espero que estés seguro de lo que haces

-¿Qué quieres decir?

-Desde que te conozco nunca te interesó el poder, las mujeres o el dinero, aunque siempre los tuviste al alcance, tu siempre buscabas ese algo más que no podías explicar ni tener. Y ahora llegas con un plan para robarle dinero al hombre más poderoso del planeta, ¿qué te ha pasado?

-Los tiempos cambian.

-Ja, si claro, además, sabes que si algo sale mal estamos muertos.

-Yo mejor que nadie sé eso, descuida estaremos bien.

-Más te vale, porque si nos descubren yo mismo te asesinaré. -dijo Anthony entre risas-

-Suena justo -respondí, siguiéndole la corriente-

Después de acordar los últimos detalles, Anthony fue muy generoso al pedirle a dos tipos que me acompañaran para que llegara a salvo a la estación de autobuses, debo decir que no esperaba menos de él. El viaje de regreso fue igual de cansado que el de ida, las personas iban y venían, comenzaba a dolerme la cabeza -el hecho de que estuviera enfermo no me ayudaba- y la tarde no duraría mucho, así que tenía que darme prisa.

De regreso en la calle Grafton, di una vuelta a la manzana para asegurarme que no había nada sospechoso y entré a una pequeña tienda local a comprar cualquier cosa para despistar por si alguien estaba observando.

Una vez seguro en la casa, empecé a pensar en lo que Anthony me dijo: "¿qué te ha pasado?", "los tiempos cambian", nada más cierto que los tiempos cambian, aunque no sé si las personas cambien con el tiempo, ahora me formulaba la pregunta del ¿porqué todo este alboroto?, después de todo, exceptuando el hecho de casi secuéstrame en un hotel de lujo, el tipo no me había hecho nada, ...aún...,aunque por la forma en cómo me trataba y lo que mi otro yo suponía sobre él, no tardaría mucho en acabar en una bolsa para cadáveres.

Claro, ahí estaba yo, el paranoico de siempre, por un momento pensé que todo era absurdo, que lo mejor sería renunciar y buscar otro trabajo lejos de ahí, después de todo, ¿qué podía pasar?, a lo mejor simplemente el tipo era más paranoico que yo y se tomaba sus precauciones.

Entonces recordé ese archivo que había leído, se me estrujó el corazón al pensar que la mujer con la que soñaba era básicamente un producto.

-¿Pero aún así cuenta como mujer no?- dijo la parte más jocosa de mí -

Traté de reír un poco, esas ocurrencias espontáneas eran en parte lo que me mantenía cuerdo, o eso era lo que me gustaba pensar. No podía ser tan malo, quizá por fin llegaba el siguiente paso en la evolución del ser humano, quizá así tenía que ser.

Después vino a mi mente la última parte del archivo donde se especulaba la posibilidad de usar todos esos conocimientos con planes más siniestros. De nuevo el ser humano llevado hacía su autodestrucción.

Aunque no terminé de leer todo, debido al impacto que me causó su primera parte (y el whisky que me había tomado), recordaba un fragmento donde estaban escritas las posibilidades de crear individuos manipulables al antojo en todo sentido.

Esclavos desde antes de nacer, solo eso faltaba.

Anthony me convenció de que necesitábamos a un tercero que nos ayudara desde el exterior y aunque no muy convencido, al final acepté, después de todo él sabe más de ese tipo de cosas que yo por todo lo que le ha tocado vivir, ahora tenía que prepararme para dar primer golpe. Pero, ¿estaba listo?, en mi vida había hecho algo similar y no sabía qué hacer si algo salía mal, no había oportunidad de un plan B, todo tenía que salir bien o estábamos muertos.

No estaba seguro de porque lo hacía, el dinero era por lo que Anthony había aceptado, eso y supongo que las emociones que le gustaban ya no son tan frecuentes, no lo sé.... Ahora me preguntaba por qué era que yo lo hacía, ¿Era por ese sueño que había tenido? ¿Era por el dinero? ¿Era por creerme un héroe que salvaría al mundo de la manipulación de unos cuantos?, quizá una parte de todo.

Comencé a analizar los puntos a mi favor, la fortaleza física no era algo que estuviera de mi lado, y tampoco sabía utilizar un arma, esto iba a ser más difícil de lo que pensaba. Pero al menos estaba seguro de que mi mente no me traicionaría. Y además contaba con Anthony, lo que me hacía sentirme más seguro.

Todavía estaba el asunto de Kath, no es que siquiera tuviera oportunidad de que ella me notara, y menos con todo lo que estaba pasando, pero aún así ese pensamiento seguía en mi mente y no me dejaba. Lo mejor sería hacer de cuenta que nunca pasó, lo que de hecho aún no había pasado.

Después empecé a pensar positivamente, si todo salía bien, me quedaría con una gran suma de dinero y unas vacaciones permanentes en alguna isla perdida. Todo el mundo tiene un precio, y el mío era la fortuna de James Howard.

Ciudadano Eliminado: Capitulo Siete:"Cita Puntual"

"Tal vez este mundo es el infierno de otro planeta" Aldous Huxley (1894-1963)

James Howard salió de su residencia a la afueras de la ciudad en una lujosa limusina color negro con rumbo a su oficina en Human Life Corp; con él viajaba su asistente Clara quien le daba las noticias más importantes del día en un resumen que había estado practicando antes de salir.

-...son las cifras actuales señor.

James parecía no prestar mucha atención mientras miraba por la ventana el trayecto por la ciudad.

-De acuerdo, está bien.

A través de la ventana el paisaje le recordaba toda su vida, aquellas personas caminando, los negocios locales abriendo, la ciudad en movimiento. James era un hombre orgulloso que había tenido todo en la vida excepto lo que quería -o lo que él pensaba querer-, y con el tiempo su ambición fue tal que llegó al extremo de querer controlar la vida humana.

-No soy el primero ni seré el último.- pensó-

A sus casi 60 años se imaginaba como si tuviera 20 menos, era un hombre alto con brazos largos lo que le daba un aspecto de Frankenstein cuando caminaba, el cabello gris peinado a un lado sobre su rostro serio de hombre decidido a obtener lo que quiere le daba un aspecto un poco de ex-presidente retirado, excepto que él apenas comenzaba su juego.

-Después de todo ¿qué sigue ahora? si ya lo tuvieras todo, ¿qué más pedirías? - su tren de pensamientos viajaba tan rápido como su lujosa limusina quemaba combustible-

'James Francis Howard el hombre del futuro... ' -pensaba- en realidad odiaba el nombre 'Francis' y jamás lo usaba, de hecho eran muy pocas las personas -como Clara-que sabían de ese segundo nombre que sólo aparecía en contados documentos oficiales.

Recordaba como todo había iniciado muchos años atrás cuando en conjunto con una prestigiosa compañía de laboratorios había logrado lo que nunca antes: crear a un ser humano al antojo, 'es casi como armar tu propia pizza' -se decía siempre- y esa expresión le causaba gracia aunque no sabía por qué.

Esa hazaña le valió el crecimiento exponencial de su fortuna. James decidió que sus hijos marcaran el inicio de una época,-' la fundación de su imperio ' siempre pensaba-, fundación que coronó con sus dos hermosas hijas genéticamente modificadas, que eran simplemente la perfección representada en un ser humano.

Aunque hasta entonces nadie lo sabía, pronto James Howard revelaría su secreto al mundo y todos tendrían que postrarse ante él.




Son las 10:23 y sigo en la estación de trenes esperando a Anthony como acordamos, hoy conoceré a quien nos ayudará a llevar a cabo el plan, o al menos eso me han hecho creer hasta este punto . Empiezo a desesperarme porque Anthony no llega y cuando lo haga estoy seguro que no tendrá una buena excusa.

Vagabundeo un poco por los pasillos de la estación y noto como los anuncios publicitarios son cada vez más grandes y llamativos aunque a la vez más decadentes en cuanto a contenido. La forma en cómo venden miedo a la sociedad es formidable.

10:36, el tren por fin llega, al abrirse las puertas veo a Anthony con su acompañante, una mujer de veintitantos con el cabello negro y una encantadora sonrisa. Me retracto por lo de la excusa. Por un momento me quedé sin saber qué hacer, seguía mirando el cabello de la chica mientras una parte de mí me decía que tenía que estar pensando en otra cosa.

Todavía no acababa de procesar la información para obtener una respuesta cuando Anthony dejó a su misteriosa acompañante y salió del vagón antes de que las puertas se cerraran nuevamente.

-Que gusto verte de nuevo viejo.

-Ya, ¿qué hay?, ¿quién era ella?

-Ah, ¿era linda no? -dijo a tiempo que hacia un ademán con las manos y parecía divertirse mucho al hacerlo-

-Vaya que lo era, nunca cambias...

- Supongo que no ,-dijo calmándose un poco- la verdad solo necesitaba un poco de compañía, la vi abordar el tren un par de estaciones atrás y creo que puedes intuir el resto.

-Ya veo.

Me dijo el resto de la historia mientras caminábamos fuera de la estación rumbo a una cafetería a unas calles de ahí, supuse que era el punto de encuentro antes de que lo mencionara. Anthony siempre había sido un mujeriego de primera, esperaba que eso no interfiriera en lo que íbamos a hacer.

Llegamos a nuestro destino y al entrar sólo había unas cuantas personas, un tipo gordo con una laptop que parecía quejarse de la conexión a Internet, una pareja de ancianos ocupados con los sobres de suplementos de azúcar y sentada sola hasta el fondo una mujer que miraba impaciente su reloj mientras revolvía ansiosamente su bebida con un popote.

El lugar parecía sacado de un blog de Internet, las dos plantas estaban llenas de malas copias de pinturas famosas un Renoir aquí, un Monet allá y al fondo a pie de la escalera un retrato de Marie Antoinette reina de Francia que parecía hacer juego con las extrañas sillas de madera más altas de lo normal y las mesas color azul marino. Pedimos una mesita en un pequeño balcón de arriba que tenía vista a la calle -de verdad que nunca entenderé estas cafeterías modernas-

Mientras esperamos pedimos un par de cappuccinos -el mío sin azúcar- y un poco de pan. Conversamos de todo lo que había pasado esos últimos años hasta que Anthony dijo:

-Está por llegar.

-¿Cómo sabes?

-Son casi las 11:30 y ese tipo se toma muy enserio la puntualidad.

-¿Inglés?, inquirí.

Ambos soltamos una carcajada y alcance a vislumbrar una silueta que subía las escaleras y se dirigía hacia nosotros.